Las comunidades virtuales implican la existencia de una ética de la cooperación. Los miembros elaboran y procesan información para ponerla a disposición del resto de su comunidad virtual. Ese trabajo se realiza a cambio de una retribución que no se especifica monetariamente. Parte del pago es la vanagloria: algunos miembros buscan simplemente el aplauso de la comunidad y eso es suficiente pago. Otros necesitan aún menos; me refiero al internauta narcisista se recrea en su propia obra, el mensaje que escribe o la página web que elabora. La satisfacción que recibe al ver "lo bien que lo ha hecho" es suficiente.
Pero muchos contribuyentes buscan el trueque de servicios: yo doy, a cambio de que los demás también den, y así todos recibiremos mucho. Esta filosofía está en la base de todas las comunidades virtuales y, en general, de todas las asociaciones de tipo cooperativo.
Sin embargo en muchas comunidades virtuales aparece el problema que en teoría de juegos se conoce como "el dilema del prisionero". Cada miembro de la comunidad tiene que elegir entre cooperar, lo que requiere cierto esfuerzo, o no cooperar, lo que no requiere esfuerzo pero permite recibir el beneficio del esfuerzo de los demás.